La vida en sí misma es un maravilloso misterio, que encierra miles de preguntas sobre el origen de esta, sobre Dios y sobre el propósito de nacer. En algún momento, todos los humanos llegamos a preguntarnos ¿Por Qué nacimos? ¿Para qué nacimos? ¿Cuál es el propósito de la vida? Y quizá, en los momentos más desafiantes llegamos a creer que Dios se ha olvidado de nosotros, o simplemente no existe. Hay personas que optan por quitarse la vida, en uno de esos momentos de confusión y oscuridad. Desde niña, estos también fueron mis interrogantes y esto me llevó a una búsqueda espiritual incansable, que me permitiera comprender el plan del alma y cómo funciona la triada mente, cuerpo y espíritu.
Todas las religiones y filosofías espirituales han hecho referencia que el ser humano es esencia divina, es un alma que viene a este plano dimensional a aprender lo que le falta para evolucionar en consciencia. ¿En qué consiste esta evolución? ¿Cuál es el propósito de la misma? Jesús lo resumió de la manera más simple, cuando dijo: “amaos los unos a los otros”. La vida es un colegio, donde cada uno de los 8.000 millones de seres humanos estamos matriculados en ese plan del alma aprendiendo a amar, y para ello nuestra alma traza antes de nacer las experiencias que van a permitir alcanzar la maestría en amor; es por esto, que si necesitamos aprender a amar a través del perdón, elegimos vivir experiencias, situaciones y personas que nos enseñen precisamente a perdonar, y así alcanzar la comprensión de que nadie nunca me hace daño ni me puede quitar la felicidad, de ahí que los orientales dicen: “ese que tú crees tu enemigo, es realmente tu maestro”.