Un día en una conferencia alguien del público me preguntó ¿cómo servir mejor?, ¿cómo enfrentar los problemas?, yo le respondí, “en el servicio como en la vida hay que tener actitud”.
Muchas veces nos quejamos por diferentes circunstancias de nuestra vida. Nos quejamos de nuestro trabajo, nos quejamos de nuestra familia, nos quejamos de nuestros amigos o compañeros, a todo le vemos un problema, como dicen popularmente “creamos una tormenta en un vaso con agua” y quiero hacer referencia a un fragmento del poema “Instantes” de Jorge Luis Borges, “si pudiera volver a vivir nuevamente mi vida, en la otra tendría más problemas reales y menos imaginarios” y eso nos pasa mucho, tenemos más problemas en la cabeza que en la vida real.
Recuerdo que cuando tenía 17 años, pasé por una etapa difícil en mi vida, en ese momento todos mis hermanos ya tenían novia, el único que no tenía novia era yo. Me le acercaba a una mujer y ella salía corriendo, empecé a preguntarme ¿por qué a mí?; Un día, una persona se me acerca y me dice, “Jeison vaya allá a la casa más humilde del barrio, que hay un niño como usted”, no entendía qué me quiso decir, pero por curiosidad fui a conocer ese niño como yo. Llegué a una casa muy humilde, de plástico y madera, donde en el último cuarto de la casa, tenían un niño de ocho años acostado en una cama, que no podía caminar ni hablar, siempre había estado ahí, porque no tenía una silla de ruedas, “salí de esa casa pensando que tenía que ayudar a ese niño”.
Cuando salí de esa casa humilde, pensé que ese niño necesitaba una silla de ruedas, la familia del niño era muy humilde y no tenía cómo comprar una silla de ruedas, en ese momento para mí o mi familia también era muy difícil poder ayudarles a comprar una silla de ruedas, de tanto pensar cómo ayudar a ese niño, se me ocurrió una idea, yo había estudiado comunicación social y periodismo, tenía una compañera que trabajaba en un periódico, contacté a mi compañera y le pedí que me ayudara a publicar un clasificado que dijera, “el niño Eliecer necesita una silla de ruedas, si usted la tiene dónela”, ella estaba escéptica sobre el clasificado, pero acepto. El periódico salió un domingo en la mañana, en la tarde alguien llamó para donar la silla de ruedas, le llevé a Eliecer y gracias a esto su familia ya lo sacaba al parque a pasear, a la sala de la casa, a ver televisión, me di cuenta que a ese niño le cambió la vida una silla de ruedas.
A veces pensamos que para ayudar a los demás debemos tener mucho dinero, debemos ser millonarios, muchas veces las personas dicen, “si me gano la lotería ayudo a los demás” y nunca ayudan a nadie, porque no se ganan la lotería; también piensan en ayudar lejos, ayudar fuera, en otro país, en otra ciudad, pero siempre digo en mis conferencias, ”con pequeñas cosas cambiamos el mundo”, no necesitamos irnos lejos para ayudar a los demás, en nuestra casa, en nuestra familia, en nuestro trabajo, hay alguien que nos necesita. Mucho menos necesitamos dinero para ayudar a alguien que necesita que lo escuchen, que necesita un abrazo o simplemente necesita compañía. Desde nuestro día a día, desde nuestra profesión o trabajo, podemos ayudar a los demás, a veces las personas acuden a nosotros en busca de una solución a un problema, debemos de pensar que con nuestro servicio podemos cambiarle la vida a una persona.
Compromiso:
Desde hoy empieza a cambiar tu actitud, a tener menos problemas imaginarios, te reto a que ayudes a otros con buena actitud, a que ayudes a tus compañeras y compañeros de trabajo, a tus clientes, amigos, amigas, y a tu familia.
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