Nuestros Empresarios
Toda la vida admiré a García Marqués y cuando registré mi taller en la Cámara de Comercio me preguntaron: ¿cómo le va a llamar?… Claro, muy orgullosa de ser paisana del escritor, lo bauticé ‘Mariposas amarillas’.
Mi mamá cosía ropa informal y para fiestas y una vez ella se enfermó, mientras que una persona cercana le había pedido que le confeccionara un traje de reina, pero no podía por su condición, por lo que asumí la tarea. Me arriesgué, fui atrevida, pues era una tela fina y, aun así, elaboré un traje con todas las de la ley; me sentía toda una diseñadora y desde ahí, me siguieron buscando para hacer vestidos porque les gustó la costura.
Yo pedía prestado las máquinas hasta que una prima me vendió una, la mandé a arreglar y empecé a trabajar con lo que sobraba donde laboraba. Invertía en retazos para fabricar blusas que luego vendía permitiéndome así pagar mis estudios… Dicen que del cuero se hacen las correas y así ha sido este ciclo de fabricar, vender e invertir.
Mi sueño siempre fue tener un taller de modistería en mi propio hogar. Con 30 años frente a la máquina de coser que tanto amo, busco inspirar a muchas a que se motiven a tener su propio negocio.
Nuestros Empresarios
Toda la vida admiré a García Marqués y cuando registré mi taller en la Cámara de Comercio me preguntaron: ¿cómo le va a llamar?… Claro, muy orgullosa de ser paisana del escritor, lo bauticé ‘Mariposas amarillas’.
Mi mamá cosía ropa informal y para fiestas y una vez ella se enfermó, mientras que una persona cercana le había pedido que le confeccionara un traje de reina, pero no podía por su condición, por lo que asumí la tarea. Me arriesgué, fui atrevida, pues era una tela fina y, aun así, elaboré un traje con todas las de la ley; me sentía toda una diseñadora y desde ahí, me siguieron buscando para hacer vestidos porque les gustó la costura.
Yo pedía prestado las máquinas hasta que una prima me vendió una, la mandé a arreglar y empecé a trabajar con lo que sobraba donde laboraba. Invertía en retazos para fabricar blusas que luego vendía permitiéndome así pagar mis estudios… Dicen que del cuero se hacen las correas y así ha sido este ciclo de fabricar, vender e invertir.
Mi sueño siempre fue tener un taller de modistería en mi propio hogar. Con 30 años frente a la máquina de coser que tanto amo, busco inspirar a muchas a que se motiven a tener su propio negocio.